lunes, 30 de septiembre de 2013

ME SEA LEVE LA TIERRA


    ¿Cuántas veces recortó ese lienzo nuestras sombras almenándolas por sus piedras? Las mismas piedras que en sus mellas, tantas y tantas tardes llevó nuestras yemas, nuestros besos, como dos ciegos inventándonos las vendas. Y sin embargo, esta mañana, confiaba en que la gran venda cubriese la ciudad insomne, como siempre, pero no hubo bruma poniendo al Ebro en pie, tan solo un puñado de estorninos anidando los huecos de nuestra muralla.

    ¿Te acuerdas? Dijiste: “Un tiempo, por favor, un tiempo” – y se vino abajo la muralla, la tarde y mi persona. Podrían, ahora, llenar de paja el hueco de mis ojos, tú lo hiciste con mi pecho. “Un tiempo” - y el tiempo, se inclinó besando mis tobillos. 

    Paseo entre las ruinas; ramo de luto me hace cruzar los brazos. Y mi dolor parece que pusiera: Aquí yace lo que pudo ser y no ha sido. Ni los perros me encuentran. Me sea leve la tierra. 

    Siempre recordarás este jueves, Zaragoza, mi corazón dormido aguarda. ¡Quién lo recordara!


                                                                                                                Miguel Ángel Jarquín Ruano ©