miércoles, 28 de agosto de 2013

y serás lo que yo soy...




"¡¿Qué miras?!
Si tú eres lo que yo era
y serás lo que yo soy".

He paseado esta mañana por el cementerio que me vio crecer cada viernes de mi adolescencia. ¿Adolescencia viene de adolecer? De carecer de ella, digo. ¿o quizá venga de dolor? Como quiera que sea, que esta mañana me dolió cumplir años por los largos pasillos cuajados de siemprevivas. Qué extraños sonaron los pasos, qué ajena me fue la muerte esta mañana. Enmarañada melena, negra, que cubría todo, y todo era nada ya. Se llamaba María o Juana, no recuerdo, 41 años, ha cinco que nos dejó. Queda su hueco, no ya el hueco hermoso de sus ojos, sus huesos ahora un número que tropieza con el plástico que la cobija de la luna, las lunas insomnes del camposanto, bajo un sinfín de huesos más, nada, todo. Me dolieron los pasos de vuelta, como digo me pesaban, echaban raíces al paso, como si de repente quisiesen quedarse y sin embargo, tan ajenos a mí, eran los pasos que al paso salían. Del agua no potable que regalaba una fuente, sobre un cubo de plástico también, libaba una avispa. El sol quemaba y picaba,más que la del agua. Desmayadas iban una Virgencita chica de Fátima a la que le faltaba una mano, la izquierda, y una paloma a sus pies, también una estampa se curvaba, el escudo de un equipo de fútbol en un almanaque, qué bella palabra, de bolsillo, 1998. Qué yermos jardines, frente a los nichos, brotan igual gnomos, tortugas o pollitos que aloe vera o verdes yucas que en flor yacían. Más que nunca me pesaron los años, treinta van a ser, los pasos, la vuelta... Hasta el raso blanco, al aire, puede formar una estampa de sosiego...